Dr. Armando Molina 12 marzo 2020
El nombre de un clásico joropo, canción popular venezolana (https://www.youtube.com/watch?v=oWzxh4s0eXU) me viene a la mente cuando pienso en cómo tratar a nuestros mayores en esos momentos de pandemia, más aún si están enfermos.
Como casi todos los países mediterráneos, los españoles somos cálidamente afectuosos, sobre todo en familia. Besos y abrazos es la norma habitual de saludo con los familiares y amigos, y sobre todo con los padres y abuelos. Yo también, pero en un círculo muy íntimo.
Tener una actividad propia y especial con cada hijo, algo que sólo haces con él o ella, es uno de los elementos de refuerzo de la personalidad e individualidad más importantes que tenemos en nuestro desarrollo. En mi caso, era acudir a los Conciertos de Música Clásica en el Teatro de mi ciudad natal, que iba con mi madre. Lo único que odiaba era tener que besar obligatoriamente a sus amistades (las marquesas perfumadas las llamaba) en el Hall del teatro a la entrada o la salida. Aprendí muy pronto a dar la mano.
En esa experiencia podría estar la razón por la que llevo tiempo perorando contra la evolución de las relaciones sociales profesionales en las que el saludo con beso se ha convertido en casi obligatorio entre mujeres, y entre mujeres y hombres, lo que constituye en mi opinión una imposición sobre la mujer que la obliga a un contacto físico innecesario y las más de las veces, no deseado.
Personalmente, y me ha creado fama de arisco, no saludo con un beso a compañeras y colegas que me acaban de presentar, ni con las que trabajo habitualmente salvo que se incorporen después de un viaje largo o enfermedad.
Por otra parte, asumo que los humanos necesitamos el contacto físico entre personas para estar sanos. Demostrado para recién nacidos y para niños (https://en.wikipedia.org/wiki/Ren%C3%A9_Spitz) también parece claro que los adultos lo necesitan igualmente. La vinculación entre ausencia de contacto físico y depresión parece una constante que se retroalimenta.
Pero las medidas de control de la pandemia del Coronavirus llevan aparejado que debemos mantener la distancia y evitar el contacto físico estrecho con los que nos rodean, sobre todo los mayores, y el personal sanitario tiene que cumplirlo aún más que el resto.
Durante la crisis del ébola ya se planteaba el efecto sobre los enfermos aislados (https://www.abc.es/familia-vida-sana/20141104/abci-psicologa-contacto-fsico-201411031504.html). Ahora nos enfrentamos a una situación en la que muchas personas, sobre todo ancianos, van a perder la vida, pero encima sin contacto físico. Pero esta carencia durante las semanas o meses que transcurran hasta que pase la emergencia o se infecten.
Mi consejo: mientras no estén enfermos o aislados por contacto, aprovechen y acaricien a sus mayores. Con guantes y mascarillas si quieren protegerlos. Pero no los dejen sólos. No ahora. Protéjalos pero toquen y den pellizcos y caricias. No los abrace ni los bese, pero no se aleje de ellos, que están aún más angustiados que nosotros. Ahora, más que nunca, necesitan sentirse que importan.